SUPREMO CONSEJO DE MÉXICO - DELEGACIÓN PROVINCIAL PARA VALL:.Y CAMP:. DE COAHUILA

lunes, 2 de marzo de 2009

SUPREMO CONSEJO DE MÉXICO - DELEGACIÓN PROVINCIAL PARA VALL:.Y CAMP:. DE COAHUILA


Durante el el mes de Abril se llevaron a cabo las Ten:. Administrativas en Lucerna No. 56, donde se contó con la asistencia de la Delegación Provincial para Vall:. y Camp:. de Coahuila.
Discurso pronunciado por el Profr. Humberto Moreira Valdés al recibir el Gr.33 de Gr:. Inspector General dela Orden en el Supremo Consejo de México de Lucerna 56 el día 25 de abril de 2008 E:.V:.
MUY PODEROSO SOBERANO GRAN COMENDADOR
FRANCISCO ZENTELLA Y SASSO

ILUSTRES Y PODEROSOS SOBERANOS GRANDES INSPECTORES GENERALES DE LA ORDEN, GRADO 33 MIEMBOS ACTIVOS DEL SUPREMO CONSEJO DE MEXICO.

ILUSTRES Y PODEROSOS HERMANOS GRANDES INSPECTORES GENERALES DE LA ORDEN GRADO 33 MIEMBROS SUPERNUMERARIOS TODOS.



Quiero expresar mi más profunda gratitud a nombre de todos los que hoy hemos sido objeto de esta gran distinción al haber recibido el grado 33 de grandes inspectores generales de la orden, a vosotros Ilustres y poderosos Soberanos Inspectores Generales de la orden y por supuesto en un primer plano a mi dilecto amigo muy poderoso Soberano Gran Comendador Francisco Zentella y Sasso

En lo personal quiero rendir un sentido homenaje a mi abuelo paterno el Ilustre y poderoso hermano Rubén Moreira Cobos, que ocupa su columna en el eterno oriente, quien en una noche como hoy, del diez de Febrero de 1940, recibiera en este Supremo Consejo el grado 33, masón incansable que se iniciara a principios del siglo pasado y quien hiciera de la educación el apostolado de su vida, inspirando en las primeras edades en el centro de mi conciencia la vocación de educador, además de despertar mi interés por incursionar en este arte real.

El masón en su formación tiene como campo de batalla el mundo de las ideas, donde el pensamiento y la inteligencia son sus armas, y que en los debates a cubierto, producen la luz con sus conclusiones.

Tenemos la oportunidad de luchar por nuestros ideales, de defender nuestros principios y refrendarlos, sabiendo que estamos en contra de todo tipo de intolerancia, tiranías y cacicazgos.

Todos hemos aprendido en palabras de muchos de los hermanos aquí presentes y de las propias enseñanzas de las treinta y dos liturgias que nos preceden que son y seguirán siendo los talleres los mejores centros donde se adquieren las cualidades esenciales para ingresar al campo de la sociedad, en la búsqueda del mejor estado social, para alcanzar la justicia, la libertad y la igualdad entre los hombres con base en los fundamentos del laicismo.

Dice Adonhiram, director de los grandes maestros arquitectos: El poder no solo nos faculta para dirigir las obras, sino para buscar y discutir los medios que deben sostenerlas.

Los fenicios, herederos de los ariantes, educados en la escuela de los antiguos magos, quienes se daban por hijos de Dios, como todo lo creado, sostenían que ninguno puede valer más que su semejante, sino por su trabajo, virtudes y talento personales.

Estamos obligados como masones a ser líderes que marquen el camino para superar la condición y miserias de nuestra gente. Además de luchar contra lo que ha permitido el avance de las fuerzas oscurantistas y retrogradas, que se han aprovechado de la ignorancia, pobreza y búsqueda de una esperanza.

Así, el camino trazado por nuestra orden, para lograr el perfeccionamiento de los hombres, no tiene más limitaciones que la inteligencia y la razón de los propios iniciados.

Resulta importante resaltar estas ideas, porque los inspectores generales de la orden, según lo establece el articulo 11, fracción II, de las Grandes Constituciones, Estatutos y Reglamentos de los Supremos Consejos Regulares del Rito Escocés Antiguo y Aceptados por el Convento de Lausana, el 22 de Septiembre de 1875: dice entre otras cosas “….tienen la misión y el deber especial de instruir e ilustrar a sus hermanos; de sostener entre ellos los principios del amor al prójimo, de la concordia y de la fraternidad; de observar ellos mismos y hacer observar a los demás masones la regularidad de los trabajos de cada grado; dedicar todo su cuidado a la rigurosa observación de las doctrinas, principios, constituciones, Estatutos y Reglamentos de la orden, aplicarlos y sostenerlos en todas ocasiones, en fin, de manifestarse siempre como obreros de paz y de misericordia”.

Como podrá fácilmente observarse, las responsabilidades que adquiere un Masón al ser exaltado al grado 33º de Gran Inspector General de la Orden, son de una trascendencia muy importante; y el conocimiento de la doctrina masónica y la comprensión de la naturaleza de la institución, serán no solo cuestiones esenciales en nuestro optimo desempeño, sino que al ser el espejo en que otros hermanos se miren, en nosotros descansara la permanencia de la masonería.

Finalmente, deseo expresar que hoy, los retos de la masonería son muy significativos pues tenemos que actuar en un mundo con estructuras económicas y políticas globalizadas, para enmendar la creciente demanda de satisfactores básicos de cerca de mas de cien millones de mexicanos, donde muchas dificultades necesitan tratarse como parte de las políticas mundiales para encauzar su debida solución, pues no son únicamente de nosotros los problemas de la baja fertilidad de los suelos, disminuyendo la producción de alimentos, la escasez del agua potable frente a la demanda progresiva por el aumento de población del mundo y creciente en todos los continentes, creando grandes grupos de desocupados, viviendo por años de los seguros del desempleo en los países industrializados y en la miseria en los países que como el nuestro no lo tienen.

Como podemos observar, las tareas de los hombres en este nuevo siglo y de la masonería en particular, son un severo desafió para afrontar los problemas en este milenio y la masonería debe hacer suya esta responsabilidad desempeñando un papel honesto y resuelto dentro del lugar que cada uno ocupemos en la sociedad. De ahí la eficacia de la unidad del Escosismo, para tomar conciencia del proceso histórico y evitar actos que puedan desviar nuestra atención en el cumplimiento de tales deberes.

La unidad de nuestra institución depende del empeño de cada uno de sus integrantes, de nada sirve debilitar a la masonería con la pretensión de convertirla en bastión de grupos y de banderías que obstruyan su crecimiento y fortalecimiento.

Decía nuestro Soberano gran Comendador en su toma de protesta “ya es tiempo que dejemos de golpearnos los unos a los otros por intereses personales o de grupo y pensemos únicamente en lo que mas conviene a la institución y esto es la unidad fraternal”.

Por eso hermanos, todos tenemos la obligación de luchar por la unidad y por la regularidad de la masonería en general para lograr hacer de nuestra institución una piedra fuerte del edificio del progreso que trascienda al mundo profano con sus postulados y ofrezca alivio al desposeído y afligido pueblo que lo reclama.

En Coahuila estamos luchando por alcanzar la unidad, y con el apoyo de mi Delegado Provincial Saúl Escalante Oyervides, desde hace mas de ocho años nos lo propusimos y hoy andamos en un 70 por ciento de logias unificadas y el resto sigue siendo un gran reto que lo vamos a lograr, Saúl sabe que cuenta con mi respeto, amistad y solidaridad.

Tampoco es admisible el aceptar la pretensión de la influencia de intereses ajenos a nuestros ideales. La masonería no es instrumento de facciones y grupos que deforman la conducta de los hombres que la integran, mucho menos permite el olvido de sus principios, normas y sus leyes.

Para terminar, reitero mi agradecimiento a todos. La fraternidad nos exige franqueza, apertura y capacidad para tomar las criticas de los hermanos tan seriamente como cualquiera de sus expresiones. Es fácil en este tiempo entrar a la masonería, lo difícil es que la masonería entre en nosotros, pero una vez que toca el corazón del iniciado y llega a lo más profundo de su pensamiento, permanecerá ahí para toda la vida. Practiquemos con fuerza lo que hemos aprendido, el trabajo, la libertad, la igualdad, ejercer nuestra voluntad, la razón, el amor, el pensamiento a través de la palabra y sobre todo la fuerza de la fraternidad y la anhelada unidad que todos buscamos.

Es cuanto.