El Año Nuevo… Nuestras perspectivas, los obstáculos, el horizonte y yo
PERIODICO EL MEXICANO
TRIBUNA DE LOS LIBERALES
TRIBUNA DE LOS LIBERALES
Por Miguel Carreño Bahena
Gran Secretario y Vice Canciller
Gran Logia de estado Baja California
Estamos a punto de iniciar otro año. En unas cuantas horas mas podremos decir que, ah terminado 2011 y pronto iniciaremos un nuevo año. Pasará la temporada navideña y ahora esperaremos otras fechas que por estar tan familiarizados con ellas, las celebramos cotidianamente, son fechas como el día de la amistad o la semana santa; El día de las madres o el aniversario de la independencia de México, después vendrán otros aniversarios y fechas memorables, hasta llegar una vez más al fin de año. Con lo cual se cierra un círculo y con lo cual se abre otro circulo… Igual que el año pasado, igual que hace diez años, e igual que antes de que naciéramos.
El ser humano marca estos ciclos como eventos especiales, algo así como rituales, en los que pueden revivir sus experiencias y sus memorias. ¿o acaso no es cierto que año tras año vivimos repitiendo lo conocido? Con esto, paradójicamente intentamos anticipar algo distinto en lo cotidiano, intentamos renovarnos, deseamos cambiar lo acostumbrado, anhelamos superarnos en lo moral, lo físico y hasta en lo espiritual.
Para algunos, -o quizás hasta para nosotros la gente común- en este sentido, cada vez que el calendario marca 12 meses, el año nuevo es una esperanza. --No digo que sea nuestra esperanza--...sino que es una esperanza. Pues de alguna manera suponemos que en cierta medida algo se podrá cambiar, o que ahora si, las cosas van a cambiar, todo va a ser diferente, de ahí surge una especie de compromiso que cada uno nos prometemos a nosotros mismos; es nuestra resolución de año nuevo... Ese místico e invisible anhelo de superación tan inherente de la raza humana a través del cual buscamos nuevas perspectivas… ¡Queremos cambiar de horizontes! ¡Queremos mejorar, deseamos cambiar! … ¿a poco no?
A veces a solas, en la privacidad de nuestros pensamientos, charlando con nuestro yo interno hacemos el propósito de ser mejores. Y en ocasiones hasta hacemos estas promesas frente a nuestras familias y amistades en un intento de fortalecer la voluntad al prometer en publico que: Ahora si haremos un extra esfuerzo a tender la mano al solitario, a ofrecer palabra de consuelo al desdichado, a dar apoyo al desvalido, a ofrecer un trozo de pan al hambriento, a brindar una sonrisa sincera al extraño, y principalmente a ser hombres y mujeres de virtud, amistosos, amables, sinceros y consecuentes con nuestros prójimos; siempre buscando la paz, la fraternidad, la superación y la armonía con todos.
Sin embargo nos comprometemos a tal grado que 30 días después, vemos con desconcierto que no hemos avanzado mas allá de donde estábamos el día de nuestra gran resolución. Vemos que nos duele que nos desprecien. Que nos lastima y enoja que nos traicionen. Que nos enfurece que nos ignoren y nos sentimos absolutamente mal cuando las cosas no se hacen como nosotros las esperábamos que fueran. En ocasiones aun creemos que en vez de avanzar hemos retrocedido. ¿Pero saben que? …¡Con todo y eso no hay que claudicar, menospreciando nuestra condición humana! (recordemos que solamente hay un superman y una madre Teresa de Calcuta, y no somos ninguno de ellos…)
Pero no desesperemos pues hay unas cosas que si se pueden cambiar. Sin embargo hay otras mas complejas que seguramente rebasan la capacidad individual nuestra. Eso no supone que se renuncie a tales objetivos; objetivos que pudieran ser o más ambiciosos, o más complicados… Simplemente hay que reconocerlos como tales y analizar, tanto el tipo de resoluciones que nos hicimos, como las posibilidades de lograrlas.
Este es el caso del planteo de resoluciones de orden moral, o espiritual... nosotros como ciudadanos comunes, o como miembros de una élite, difícilmente podemos tomar la resolución de terminar con la mediocridad en su totalidad, pero si es posible comprometernos ante nuestras familias, ante nuestros asociados y ante nuestros amigos en general a no ser necios ni conformistas y mucho menos a ser soberbios y altaneros con nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestras amistades, nuestros socios y todos nuestros semejantes.
Si es posible comprometernos a hacer todo lo que este a nuestro alcance para no participar de los desordenes de la sociedad, de las cosas tan deplorables que hoy se tienen por sublimes, de la falta de cultura, de la falta de educación vial, de los vicios, de la falta de cortesía, y además, nos podemos comprometer a que vamos a convencer a otros a no hacerlo.
También podría resultar difícil para algunos de nosotros el resolvernos a construir una nueva casa para nuestras familias, o emprender un negocio, o iniciar una nueva carrera este año… pero lo que si podemos hacer es hermosear las casas que ya tenemos -Tanto la familiar como la corporal, es decir nuestra propia existencia- e iniciar la lectura de libros que mejoren nuestra forma de pensar y de razonar.
En lo personal...y gracias a la experiencia que obtuve a través de la parálisis total que sufrí hace doce años, creo que uno debe hacer el esfuerzo permanente, día a día, paso a paso, de ampliar nuestro horizonte espiritual, nuestros horizontes vital, cultural, intelectual y sobre todo nuestro horizonte afectivo en el que uno vive y se desarrolla.
Esto nos ayudará a vivir de verdad como hombres y mujeres completos, en una feliz igualdad y armonía y evitará que pensemos o actuemos como pordioseros intelectuales, como pordioseros espirituales o morales; y peor aun, como simpatizantes o amigos de la gente vil, corrupta, sin valores y necia por un lado… Y como enemigos de nuestro circulo de familiares y amistades.
La experiencia y la observación me enseñan que el horizonte nos marca el límite de nuestra visión. El limite de lo que percibimos. Si uno lo acepta como un dato fijo, inamovible, pone una frontera o cerco bien rígido a su devenir vital, a su devenir espiritual… a sus expectativas, a sus ilusiones. Cuando hacemos eso, sin importar en que dirección vayamos, en ese momento la vida y sus posibilidades se destruyen, se nos cierran, nos convertimos en gente conformista, en gente apática, amargada, sin ánimo de vivir y con enojo hacia todo y hacia todos.
Si concebimos nuestros horizontes como algo que no podemos pasar o vencer, en ese momento ponemos un abismo infranqueable entre nosotros y nuestros anhelos , en ese momento nuestros planes se convierten en un "no puedo" en un "no tengo tiempo" y nuestros sentimientos se hacen tan frágiles que la mas mínima interferencia emocional nos lastima y nos daña; Ya no saludamos al vecino por que no piensa como nosotros...Ya no visitamos a la familia por que son diferentes a nosotros...Ya no ayudamos al pobre por que no usa nuestra aportación como nosotros la usaríamos... Y en ocasiones la situación se agrava a tal grado que ya no vamos a Ningún lugar por que no se hacen las cosas como nosotros queremos que sean.
Todo esto en realidad son los síntomas de que aun somos inmaduros. Si vemos el horizonte y nuestros contornos como lo ultimo a que podemos aspirar, hacer o llegar, estamos condenados a empequeñecer, a no ir mas allá de lo que somos, a no creer, a no amar, a no vivir, a no viajar, a no conocer las profundidades de las grandezas de la sabiduría y el conocimiento que el estudio, la meditación y el razonamiento tienen preparados para los que se esfuerzan en ser mejores cada día.
Yo doy gracias y brindo por la gente que obedece al llamado del espíritu de la evolución y del progreso, avanzando hacia la meta , aunque despacio pero con paso firme, con un espíritu férreo e indomable, sin temor, sin titubeos, sin estorbos y sin complejos de carácter intelectual, económico, moral y espiritual, avanzando por la vida, en el camino hacia la muerte, mostrando al mundo que hay mucha gente de carácter firme y valeroso, aunque con las mismas debilidades y dificultades que aquellos que no tienen el deseo de superar sus horizontes y sus barreras.
Un millón de aplausos por aquellos hombres y mujeres que siempre buscan la oportunidad de seguir en pie de lucha, contra la mediocridad, la ineptitud, la pereza, los vicios y la ignorancia…
Mil aplausos por aquellos hombres y mujeres con carácter de emprendedores, aventureros, siempre dispuestos a mejorar sus vidas, siempre ayudando al prójimo, siempre listos para todo, siempre preparados para dar un paso más, para decir una palabra más, para leer un libro más, para trabajar una hora más, para dar una moneda más, siempre valientes, dignos, fuertes y decididos ante todo y con todo.
Es por eso que es bueno concebir el horizonte como una frontera que hay que rebasar, como un limite que debe saltarse para ver mas lejos, para abarcar más, para saber más, para conocernos más, para aceptarnos más, para amarnos más, para razonar más, para hacer el bien más, para estar siempre dispuestos a más.
Entonces la experiencia del horizonte deja de ser un limite y se convierte en un incentivo, en un aliciente, un reto. Entonces nuestro horizonte se convierte en un paso más hacia el éxito, hacia la posteridad, hacia la gloria y el honor.
El problema es que los horizontes los captamos en muchas ocasiones como cercos absolutos, como el limite que nos impide ir mas allá… A veces somos nosotros mismos los que nos consideramos dentro de estrecheces que son mentales, culturales, afectivas, intelectuales, morales y para algunos, hasta religiosas o espirituales, y a veces no deseamos sobrepasarlas o peor aun, no sabemos que esos limites se puedan destrozar, incluso que se deben romper, hacer añicos y que la tarea más humana que uno puede ponerse en un inicio de cualquier etapa de nuestras vidas, es precisamente examinar lo que consideramos nuestros limites... O sea... Lo que parece ser un obstáculo infranqueable para nuestra capacidad de mejorar, de crecer, de educarnos, de templarnos, de conocernos mejor, y… ¿por que no…? De consecuentar, ayudar, comprender y conocer mejor y hasta de aprender a amar a nuestros hermanos y prójimos, (con quienes a veces no congeniamos).
Esos horizontes que aparentan ser infranqueables, son los que nuestra alma, nuestra conciencia o nuestro espíritu, nos incitan a vencer cada vez que hacemos una resolución de año nuevo…
Esa resolución no es sino una pequeña señal de que nuestro yo interno sabe bien que las cosas pueden mejorar, que las cosas pueden llevarse a buen termino.
El personaje real, fuerte, vivo y creativo que vive oculto dentro de nosotros, allá muy en lo profundo de nuestras existencias sabe que verdaderamente, nosotros podemos alcanzar esa meta, o sobrepasar ese horizonte que nos impide en nuestro buen animo y en nuestra buena resolución de apoyar a nuestra familia, de servir más, de mejorar más, de estar más dispuestos a todo, de ser más joviales, más felices, mas optimistas, más valientes y más buenos hombres y mujeres, sin condenar al mundo por no ser tan firmes, sabios, valientes o fanáticos como nosotros; en otras palabras... Examinando y considerando cuales son las cosas que nos impiden, o si es el caso, que nos ayudan a ser conocidos en nuestros medios, más bien como hombres y mujeres que aman la virtud, la verdad, la justicia, la igualdad y la fraternidad, en lugar de ser conocidos como viles hombres y mujeres comunes y corrientes.
Pero este análisis de nuestros propósitos y horizontes solo tiene sentido si nos proponemos cambiarlo, ya sea para cambiarlo radicalmente, para sobrepasarlo sin negarlo. En el ánimo de renovarnos, así sea un poco, una diminuta mejoría.
Es más… Yo me atrevo a proponer -usando un reverencial respeto por causa de esta mi alocada osadía,- a que examinemos esos limites que creemos fijos y que están impidiendo que tengamos perspectivas mas amplias, que nos impiden desarrollarnos más.
No se trata de "solamente" revisar esas instancias en las que afirmamos, "No puedo más" "Estoy cansado" "No tengo tiempo" "No tengo dinero" "No sirvo para eso”…o cuando decimos..."No puedo ser más tolerante" "No aguanto más a esa persona" o “Yo eso no lo entiendo” “A mi no me importa eso” "pídanme lo que sea menos eso",...
Hay que escrutar más eso que nos hace pensar que no podemos ser más tolerantes con nuestros prójimos o que nos es imposible trabajar más o descansar más, si ese es el caso.
Ese "no se puede" en la mayoría de los casos es una barrera artificial, un horizonte, un cerco que podemos destruir, un limite que nos impone la perspectiva y que debe trasponerse para descubrir que detrás del horizonte hay retos… Y veremos que hay caminos por descubrir, gente por conocer o gente a quien ayudar, batallas que luchar, aventuras que vivir, posibilidades de ganar amigos, de vivir más la vida pero sin rituales, para algunos, de acercarse más a su dios, pero sin iglesia ni religión… De gozar de más “libertad de pensamiento”, pero sin fanatismo… De aprender mas cada día, de descubrir que podemos amar más, gozar más y hasta sufrir más.
Transponiendo el horizonte veremos que podemos ayudar más, ser más firmes, crecer más fuertes, hacernos más mansos, más humildes y más valientes, caminando hacia la muerte para gozar la vida real.
Detrás del horizonte descubriremos que nosotros podemos ser, quizás no la luz del mundo pero si el faro que alumbre nuestra casa, que en el momento de la crisis o de la aflicción nuestros vecinos, familiares y hermanos corran a nosotros buscando consuelo y apoyo. Esto en mi concepto, creo que es la esencia de una vida plena.
Rebasar nuestros horizontes es muy fácil si nos apoyamos todos, y para hacerlo no necesitamos dinero, ni días de 30 horas.
Solo necesitamos tener conciencia de nuestras oportunidades y deberes para desarrollar hoy un poquito, para hacer hoy una mínima parte, aunque eso que hagamos hoy, represente la mas mínima parte de aquello que ayer no pudimos hacer, ya sea corriendo, caminando, gateando o arrastrándonos, acerquémonos día a día a un nuevo horizonte en el cual podamos decir...
Queridos amigos todos… Desde hoy voy a hacer esto o aquello, En lugar de decir: Voy a "tratar de hacerlo" sino que lo lograré con la ayuda de ustedes.
Desde hoy seré más fiel, más digno, más fuerte, más humilde, seré más en lo que requiera más...y seré menos en lo que requiera menos... pero sobre todo lo haré aunque me tome el resto de mi vida.
Y así... Con mis letras torpes y mis notas de aprendiz de escritor, les dedico un poquito de mi mente y les deseo el mayor de los éxitos y mucha felicidad en el año venidero.
Para algunos, -o quizás hasta para nosotros la gente común- en este sentido, cada vez que el calendario marca 12 meses, el año nuevo es una esperanza. --No digo que sea nuestra esperanza--...sino que es una esperanza. Pues de alguna manera suponemos que en cierta medida algo se podrá cambiar, o que ahora si, las cosas van a cambiar, todo va a ser diferente, de ahí surge una especie de compromiso que cada uno nos prometemos a nosotros mismos; es nuestra resolución de año nuevo... Ese místico e invisible anhelo de superación tan inherente de la raza humana a través del cual buscamos nuevas perspectivas… ¡Queremos cambiar de horizontes! ¡Queremos mejorar, deseamos cambiar! … ¿a poco no?
A veces a solas, en la privacidad de nuestros pensamientos, charlando con nuestro yo interno hacemos el propósito de ser mejores. Y en ocasiones hasta hacemos estas promesas frente a nuestras familias y amistades en un intento de fortalecer la voluntad al prometer en publico que: Ahora si haremos un extra esfuerzo a tender la mano al solitario, a ofrecer palabra de consuelo al desdichado, a dar apoyo al desvalido, a ofrecer un trozo de pan al hambriento, a brindar una sonrisa sincera al extraño, y principalmente a ser hombres y mujeres de virtud, amistosos, amables, sinceros y consecuentes con nuestros prójimos; siempre buscando la paz, la fraternidad, la superación y la armonía con todos.
Sin embargo nos comprometemos a tal grado que 30 días después, vemos con desconcierto que no hemos avanzado mas allá de donde estábamos el día de nuestra gran resolución. Vemos que nos duele que nos desprecien. Que nos lastima y enoja que nos traicionen. Que nos enfurece que nos ignoren y nos sentimos absolutamente mal cuando las cosas no se hacen como nosotros las esperábamos que fueran. En ocasiones aun creemos que en vez de avanzar hemos retrocedido. ¿Pero saben que? …¡Con todo y eso no hay que claudicar, menospreciando nuestra condición humana! (recordemos que solamente hay un superman y una madre Teresa de Calcuta, y no somos ninguno de ellos…)
Pero no desesperemos pues hay unas cosas que si se pueden cambiar. Sin embargo hay otras mas complejas que seguramente rebasan la capacidad individual nuestra. Eso no supone que se renuncie a tales objetivos; objetivos que pudieran ser o más ambiciosos, o más complicados… Simplemente hay que reconocerlos como tales y analizar, tanto el tipo de resoluciones que nos hicimos, como las posibilidades de lograrlas.
Este es el caso del planteo de resoluciones de orden moral, o espiritual... nosotros como ciudadanos comunes, o como miembros de una élite, difícilmente podemos tomar la resolución de terminar con la mediocridad en su totalidad, pero si es posible comprometernos ante nuestras familias, ante nuestros asociados y ante nuestros amigos en general a no ser necios ni conformistas y mucho menos a ser soberbios y altaneros con nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestras amistades, nuestros socios y todos nuestros semejantes.
Si es posible comprometernos a hacer todo lo que este a nuestro alcance para no participar de los desordenes de la sociedad, de las cosas tan deplorables que hoy se tienen por sublimes, de la falta de cultura, de la falta de educación vial, de los vicios, de la falta de cortesía, y además, nos podemos comprometer a que vamos a convencer a otros a no hacerlo.
También podría resultar difícil para algunos de nosotros el resolvernos a construir una nueva casa para nuestras familias, o emprender un negocio, o iniciar una nueva carrera este año… pero lo que si podemos hacer es hermosear las casas que ya tenemos -Tanto la familiar como la corporal, es decir nuestra propia existencia- e iniciar la lectura de libros que mejoren nuestra forma de pensar y de razonar.
En lo personal...y gracias a la experiencia que obtuve a través de la parálisis total que sufrí hace doce años, creo que uno debe hacer el esfuerzo permanente, día a día, paso a paso, de ampliar nuestro horizonte espiritual, nuestros horizontes vital, cultural, intelectual y sobre todo nuestro horizonte afectivo en el que uno vive y se desarrolla.
Esto nos ayudará a vivir de verdad como hombres y mujeres completos, en una feliz igualdad y armonía y evitará que pensemos o actuemos como pordioseros intelectuales, como pordioseros espirituales o morales; y peor aun, como simpatizantes o amigos de la gente vil, corrupta, sin valores y necia por un lado… Y como enemigos de nuestro circulo de familiares y amistades.
La experiencia y la observación me enseñan que el horizonte nos marca el límite de nuestra visión. El limite de lo que percibimos. Si uno lo acepta como un dato fijo, inamovible, pone una frontera o cerco bien rígido a su devenir vital, a su devenir espiritual… a sus expectativas, a sus ilusiones. Cuando hacemos eso, sin importar en que dirección vayamos, en ese momento la vida y sus posibilidades se destruyen, se nos cierran, nos convertimos en gente conformista, en gente apática, amargada, sin ánimo de vivir y con enojo hacia todo y hacia todos.
Si concebimos nuestros horizontes como algo que no podemos pasar o vencer, en ese momento ponemos un abismo infranqueable entre nosotros y nuestros anhelos , en ese momento nuestros planes se convierten en un "no puedo" en un "no tengo tiempo" y nuestros sentimientos se hacen tan frágiles que la mas mínima interferencia emocional nos lastima y nos daña; Ya no saludamos al vecino por que no piensa como nosotros...Ya no visitamos a la familia por que son diferentes a nosotros...Ya no ayudamos al pobre por que no usa nuestra aportación como nosotros la usaríamos... Y en ocasiones la situación se agrava a tal grado que ya no vamos a Ningún lugar por que no se hacen las cosas como nosotros queremos que sean.
Todo esto en realidad son los síntomas de que aun somos inmaduros. Si vemos el horizonte y nuestros contornos como lo ultimo a que podemos aspirar, hacer o llegar, estamos condenados a empequeñecer, a no ir mas allá de lo que somos, a no creer, a no amar, a no vivir, a no viajar, a no conocer las profundidades de las grandezas de la sabiduría y el conocimiento que el estudio, la meditación y el razonamiento tienen preparados para los que se esfuerzan en ser mejores cada día.
Yo doy gracias y brindo por la gente que obedece al llamado del espíritu de la evolución y del progreso, avanzando hacia la meta , aunque despacio pero con paso firme, con un espíritu férreo e indomable, sin temor, sin titubeos, sin estorbos y sin complejos de carácter intelectual, económico, moral y espiritual, avanzando por la vida, en el camino hacia la muerte, mostrando al mundo que hay mucha gente de carácter firme y valeroso, aunque con las mismas debilidades y dificultades que aquellos que no tienen el deseo de superar sus horizontes y sus barreras.
Un millón de aplausos por aquellos hombres y mujeres que siempre buscan la oportunidad de seguir en pie de lucha, contra la mediocridad, la ineptitud, la pereza, los vicios y la ignorancia…
Mil aplausos por aquellos hombres y mujeres con carácter de emprendedores, aventureros, siempre dispuestos a mejorar sus vidas, siempre ayudando al prójimo, siempre listos para todo, siempre preparados para dar un paso más, para decir una palabra más, para leer un libro más, para trabajar una hora más, para dar una moneda más, siempre valientes, dignos, fuertes y decididos ante todo y con todo.
Es por eso que es bueno concebir el horizonte como una frontera que hay que rebasar, como un limite que debe saltarse para ver mas lejos, para abarcar más, para saber más, para conocernos más, para aceptarnos más, para amarnos más, para razonar más, para hacer el bien más, para estar siempre dispuestos a más.
Entonces la experiencia del horizonte deja de ser un limite y se convierte en un incentivo, en un aliciente, un reto. Entonces nuestro horizonte se convierte en un paso más hacia el éxito, hacia la posteridad, hacia la gloria y el honor.
El problema es que los horizontes los captamos en muchas ocasiones como cercos absolutos, como el limite que nos impide ir mas allá… A veces somos nosotros mismos los que nos consideramos dentro de estrecheces que son mentales, culturales, afectivas, intelectuales, morales y para algunos, hasta religiosas o espirituales, y a veces no deseamos sobrepasarlas o peor aun, no sabemos que esos limites se puedan destrozar, incluso que se deben romper, hacer añicos y que la tarea más humana que uno puede ponerse en un inicio de cualquier etapa de nuestras vidas, es precisamente examinar lo que consideramos nuestros limites... O sea... Lo que parece ser un obstáculo infranqueable para nuestra capacidad de mejorar, de crecer, de educarnos, de templarnos, de conocernos mejor, y… ¿por que no…? De consecuentar, ayudar, comprender y conocer mejor y hasta de aprender a amar a nuestros hermanos y prójimos, (con quienes a veces no congeniamos).
Esos horizontes que aparentan ser infranqueables, son los que nuestra alma, nuestra conciencia o nuestro espíritu, nos incitan a vencer cada vez que hacemos una resolución de año nuevo…
Esa resolución no es sino una pequeña señal de que nuestro yo interno sabe bien que las cosas pueden mejorar, que las cosas pueden llevarse a buen termino.
El personaje real, fuerte, vivo y creativo que vive oculto dentro de nosotros, allá muy en lo profundo de nuestras existencias sabe que verdaderamente, nosotros podemos alcanzar esa meta, o sobrepasar ese horizonte que nos impide en nuestro buen animo y en nuestra buena resolución de apoyar a nuestra familia, de servir más, de mejorar más, de estar más dispuestos a todo, de ser más joviales, más felices, mas optimistas, más valientes y más buenos hombres y mujeres, sin condenar al mundo por no ser tan firmes, sabios, valientes o fanáticos como nosotros; en otras palabras... Examinando y considerando cuales son las cosas que nos impiden, o si es el caso, que nos ayudan a ser conocidos en nuestros medios, más bien como hombres y mujeres que aman la virtud, la verdad, la justicia, la igualdad y la fraternidad, en lugar de ser conocidos como viles hombres y mujeres comunes y corrientes.
Pero este análisis de nuestros propósitos y horizontes solo tiene sentido si nos proponemos cambiarlo, ya sea para cambiarlo radicalmente, para sobrepasarlo sin negarlo. En el ánimo de renovarnos, así sea un poco, una diminuta mejoría.
Es más… Yo me atrevo a proponer -usando un reverencial respeto por causa de esta mi alocada osadía,- a que examinemos esos limites que creemos fijos y que están impidiendo que tengamos perspectivas mas amplias, que nos impiden desarrollarnos más.
No se trata de "solamente" revisar esas instancias en las que afirmamos, "No puedo más" "Estoy cansado" "No tengo tiempo" "No tengo dinero" "No sirvo para eso”…o cuando decimos..."No puedo ser más tolerante" "No aguanto más a esa persona" o “Yo eso no lo entiendo” “A mi no me importa eso” "pídanme lo que sea menos eso",...
Hay que escrutar más eso que nos hace pensar que no podemos ser más tolerantes con nuestros prójimos o que nos es imposible trabajar más o descansar más, si ese es el caso.
Ese "no se puede" en la mayoría de los casos es una barrera artificial, un horizonte, un cerco que podemos destruir, un limite que nos impone la perspectiva y que debe trasponerse para descubrir que detrás del horizonte hay retos… Y veremos que hay caminos por descubrir, gente por conocer o gente a quien ayudar, batallas que luchar, aventuras que vivir, posibilidades de ganar amigos, de vivir más la vida pero sin rituales, para algunos, de acercarse más a su dios, pero sin iglesia ni religión… De gozar de más “libertad de pensamiento”, pero sin fanatismo… De aprender mas cada día, de descubrir que podemos amar más, gozar más y hasta sufrir más.
Transponiendo el horizonte veremos que podemos ayudar más, ser más firmes, crecer más fuertes, hacernos más mansos, más humildes y más valientes, caminando hacia la muerte para gozar la vida real.
Detrás del horizonte descubriremos que nosotros podemos ser, quizás no la luz del mundo pero si el faro que alumbre nuestra casa, que en el momento de la crisis o de la aflicción nuestros vecinos, familiares y hermanos corran a nosotros buscando consuelo y apoyo. Esto en mi concepto, creo que es la esencia de una vida plena.
Rebasar nuestros horizontes es muy fácil si nos apoyamos todos, y para hacerlo no necesitamos dinero, ni días de 30 horas.
Solo necesitamos tener conciencia de nuestras oportunidades y deberes para desarrollar hoy un poquito, para hacer hoy una mínima parte, aunque eso que hagamos hoy, represente la mas mínima parte de aquello que ayer no pudimos hacer, ya sea corriendo, caminando, gateando o arrastrándonos, acerquémonos día a día a un nuevo horizonte en el cual podamos decir...
Queridos amigos todos… Desde hoy voy a hacer esto o aquello, En lugar de decir: Voy a "tratar de hacerlo" sino que lo lograré con la ayuda de ustedes.
Desde hoy seré más fiel, más digno, más fuerte, más humilde, seré más en lo que requiera más...y seré menos en lo que requiera menos... pero sobre todo lo haré aunque me tome el resto de mi vida.
Y así... Con mis letras torpes y mis notas de aprendiz de escritor, les dedico un poquito de mi mente y les deseo el mayor de los éxitos y mucha felicidad en el año venidero.