Influencia norteamericana en la masonería de Cuba

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Influencia norteamericana en la masonería de Cuba


En el Calendario de Festejos de la Gran Logia de Cuba se encuentra establecido que el 5 de diciembre de cada año “se celebrará un acto, al que cooperarán las Logias de la Ciudad de La Habana”. El acto central, que anualmente se realiza en el salón de actos “Benito Juárez” del Gran Templo Nacional Masónico. En el discurso central del evento, se recuerda los inicios y trayectoria de la Institución.

La censura impuesta desde 1959 a todos los sectores de la sociedad cubana ha generado que los oradores designados al efecto, omitan aquellos puntos que puedan resultar “desagradables” para las autoridades gubernamentales. Uno de estos temas es lo relacionado a la influencia norteamericana en la Masonería de Cuba.

Es la Gran Logia de Pennsylvania la que, en el año 1804, autoriza la fundación de la primera logia cubana: “El Templo de las Virtudes Teologales”. A partir de ese hecho, surge la primera etapa de Masonería Regular en la Isla, proceso que se extendió hasta que en 1830 la monarquía española prohíbe las actividades masónicas “en la Península y sus colonias”. Durante esta etapa, las Grandes Logias de Virginia y de la Luisiana, también fundaron talleres masónicos en la Isla.

En 1857 se funda en Santiago de Cuba la Gran Logia de Colón, amparada en una “Carta Patente” emitida por la Gran Logia de Carolina del Sur a nombre de Andrés Cassard, cubano, nacido en Santiago de Cuba. Cassard, que se había visto obligado a exiliarse en los Estados Unidos de América, en mayo de 1855 funda en Nueva York la logia “Fraternidad #387”, de la que fue su primer Maestro. Esta logia que aún existe, trabaja en idioma español.

Ante las dificultades que estaba causando en la Isla la forma en que fue organizada la Institución, en el año 1860, Albert Pike, Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 para la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos de América, con sede en Charleston, concedió poderes al Dr. Vicente Antonio de Castro para “restablecer la paz y armonía (…) entre los iniciados en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado”. Vicente Antonio, cuyo fin era el de procurar la independencia de Cuba, organizó en 1862 el “Gran Oriente de Cuba y las Antillas”, institución a la cual estuvieron afiliados los principales organizadores de la Guerra de los Diez Años.

Una vez lograda la independencia de España, la Gran Logia de Nueva York donó a los masones de la Isla $5 000.00 USD de la época, constituyéndose en la primera Institución Masónica extranjera que envió un donativo para la restauración de la Masonería Cubana.

Desde mediados de los años 50, la Gran Logia de Cuba fue admitida como miembro de la Confederación de Grandes Logias Norteamericanas.

A causa de la gestión realizada por masones norteamericanos, la Fundación “Donner”, donó a la Gran Logia de Cuba más de 51 mil dólares para la reparación de sus templos y otras necesidades. Por su parte, la Gran Logia del Distrito de Washington, contribuyó con 15 mil dólares para la reparación de la Biblioteca Nacional Masónica, el Museo y el templo de la logia “Progreso Alfredo Barrero Velasco” de Santa Clara.

Todo esto lo ignora la mayor parte de los masones cubanos, debido a la intromisión y a las imposiciones del poder político en los asuntos de nuestra masonería.

Fuente: CUBANET