De logias y de masones

miércoles, 14 de julio de 2010

De logias y de masones


Región Editorial publica una completa historia sobre la masonería en Castilla y León. La logia burgalesa Iris impulsó el primer proyecto educativo masónico de la región en 1881. En Miranda existieron las logias Concordia y Fraternidad, ésta compuesta por ferroviarios.

La historia de la masonería en Castilla y León es el relato de una frustración. Una región conservadora, pobre económicamente, con un clero todopoderoso y una exigua inquietud social no podía ser un campo fértil para una sociedad de esas características, aunque eso no fue óbice para que en los siglos XIX y XX existiesen logias en todas las provincias. Esta es la conclusión principal de la obra “Logias y masones de Castilla y León”, escrita por Luis P. Martín y que acaba de publicar el sello palentino Región Editorial. Una logia masónica, como explica el autor en el prefacio, es una sociedad de hombres que escogen libremente llevar a cabo una práctica social, cultural y, por último, política. La provincia de Burgos tuvo varias en el periodo estudiado. Y el autor las desgrana por épocas. En la primera, periodo que va del año 1868 a 1897, existió la logia Iris en la capital burgalesa. Dice Martín que llegó a contar con una treintena de miembros y que fue un taller muy activo en la vida social de la ciudad, en cuestiones tales como la beneficencia, la educación y la condición de los obreros. Además, se adhirió a un movimiento nacional a favor de la abolición de la pena de muerte, «aspectos que demuestran una masonería inquieta y militante por los derechos sociales y humanos», apunta el autor, quien señala que un tal Eduardo Covo fue el venerable de la logia en una de sus mejores épocas. Al parecer, este hombre imprimió a la logia burgalesa «seriedad y rigor», llegando en 1884 a realizar una petición nacional «para el sostenimiento de la Liga burgalesa contra la ignorancia, una de las obras sociales de la logia». Divisiones entre sus miembros dieron al traste con el taller hasta su desaparición en 1888.De la misma época datan cuatro logias más: dos en Miranda y otras dos en Briviesca. En la ciudad del Ebro existieron la logia Concordia, que apenas duró un año, y la logia Fraternidad, que desarrolló su actividad entre 1893 y 1906. Apunta el autor que muy posiblemente estuvo compuesta por ferroviarios. En la capital de La Bureba destacaron la logia Estrella del Norte, que acabó derivando en la constitución del Capítulo Provincia de Burgos, también con sede en Briviesca. De otro periodo estudiado, que va de 1900 hasta 1931, destaca Luis P. Martín el llamado Triángulo Libertador, que data de 1933. Dice el autor que la logia vallisoletana Constancia animó al director de la Prisión Provincial de Burgos, Julián Peñalver, a abrir un triángulo en la capital burgalesa. «Compuesto por un número reducido de masones (llegó a tener once miembros), obtuvo un dinamismo creciente», llegando a implicarse políticamente en temas tan delicados como el apoyo a los detenidos de la revolución de Asturias.

El tercer periodo es el de la represión tras la sublevación militar de julio del 36 que derivó en Guerra Civil. El autor señala que en Burgos «la represión tomó tintes de gran brutalidad. El hecho de ser la ciudad la sede de la Junta de Defensa sirvió de soporte para iniciar una represión masónica rápida. De los nuevos masones que pasaron por el triángulo Libertador, seis ‘se les supone’ muertos en septiembre de 1936; eufemismo que encierra un fusilamiento seguro». Así, dirigentes de la logia como Julián Peñalver, Ricardo Mata Olarte o Enrique González Avellaneda, fueron detenidos en los primeros días del golpe militar.
Un proyecto educativo
El primer proyecto educativo masónico de la región se desarrolló en Burgos en 1881. La logia Iris apoyó y protegió la llamada Liga Burgalesa contra la Ignorancia. Como señala el autor del libro, «el proyecto padeció dificultades en la ejecución y retrasos; por fin, en 1883, la liga pudo dedicarse a sus trabajos. La finalidad de esta asociación era la de ofrecer a la clase obrera el acceso a una instrucción que se le negaba. Los archivos de la logia conservan algunos documentos que testimonian la preocupación constante de estos masones burgaleses, aunque nada se dice sobre la enseñanza, ni la organización, ni los profesores. No obstante, la liga consiguió desarrollar sus actividades con resultados satisfactorios, pese a una crónica falta de recursos que obligó a hacer un llamamiento a la solidaridad masónica nacional, con el fin de evitar la clausura de los cursos. La respuesta no se hizo esperar y esta realización constituyó un gran éxito para la masonería local. Primero, la contribución social de la logia a la instrucción obrera fue el signo de una toma de conciencia del papel de la Orden y de la escasez de medios educativos al alcance de las clases populares».