Mustafá Atatürk Kemal, el Francmasón que cambió al mundo Islámico
Debemos considerar siempre al francmasón turco Atatürk, como el artesano de la laicización en el mundo islámico. Nacido en Tesalónica, en una ciudad marcada por el liberalismo y por la francmasonería, Mustafá Kemal pertenece a la generación de los Jóvenes Francmasones Turcos. Fue Iniciado en la Masonería en la Logia Macedonia Resortae Veritas, en ella se forma su carácter liberal. Concientizado lector de los filósofos de las Ilustración, también fue un ferviente admirador de la Revolución francesa. En lo que se refiere a la religión en general, el masón Atatürk pensaba, como buen liberal, que era necesaria para el vínculo social religioso sano, y añadía: "Una nación sin religión está condenada a desaparecer". Tenía la clara idea de que "la religiosidad se ha vuelto algo individual sometida la conciencia de cada quien" y que la religión ya no podría ofrecer una base suficiente para el establecimiento de una nacionalidad moderna.
En cuanto al islam, lo estudió a profundidad, se le podría considerar un verdadero islamólogo, pero declaraba que debía actualizarse constantemente. Atatürk comparte además con los partidarios de la laicidad francesa otra fuerte convicción: el anticlericalismo. Porque si bien en el islam no existe un clero en sentido propio, si existen religiosos encargados de trasmitir ideas dogmaticas, y es claro que hay, en el plano sociológico, un grupo a cargo del culto y de lo sagrado: encargados de mezquitas (imanes, muecines, ulemas, mullas, jeques, sheiks), recitadores del Corán, maestros de madrazas… Un grupo corrupto que, en el imperio otomano, se desarrolló, se organizó y se jerarquizó de manera muy particular. Los ulemas constituían un cuerpo estructurado, a la cabeza del cual se encontraban los granes Muftis, y el fenómeno de las cofradías estaba muy extendido. Seguramente no es una casualidad que el Estado que adoptó la laicidad sea al mismo tiempo aquel donde, históricamente, el fenómeno clerical en la Antigua Turquía Otomana estaba más extendido.
La desconfianza del francmasón Atatürk respecto de estos hombres de religión resulta indudable. No solo le parecen una amenaza para el Estado en el sentido moderno, sino que se hallan a la cabeza de los movimientos de resistencia al poder. Representan el aspecto más fanático, oscurantista y reaccionario del islam que es necesario erradicar de raíz. Por otra parte, les reprocha sobre todo a los derviches sufíes que vivan de la credulidad popular. El Masón Atatürk decía: "No se puede considerar como sano para una nación civilizada que existan personas tan crédulas que siguen ciegamente a un montón de jeques, de ulemas, de mullah, de dédés, de seids, de tchélébis, de babás y de emires; que confían su suerte y su vida a los fanáticos, supersticiosos, clérigos, quirománticos, a los adivinos, a los hechiceros, a los vendedores de amuletos". No obstante, existe una diferencia considerable entre la Turquía kemalista y la III República Francesa: en 1905, Francia separó las instituciones religiosas y el Estado.
En Turquía, el Estado toma a su cargo y controla el avance de los asuntos religiosos. Así que más allá de las convergencias, resulta más bien sorprendente el carácter específico de la laicidad kemalista masónica. El contexto, por lo demás, es muy distinto. En lugar de que se promueva mediante un régimen democrático y pluralista, la laicidad en Turquía se promueve mediante un régimen autoritario. Es algo que se impone, si es necesario por la fuerza, a una población a veces indiferente u hostil, compuesta en un 98% de musulmanes. En Francia, la laicidad se proclama después de un siglo de luchas antirreligiosas. En Turquía no sucede para nada del mismo modo. Por último, mientras que el panteón laico francés está bien poblado –de Jules Ferry a Emilio Combes, pasando por Jean Macé y Ferdinand Buisson–, la laicidad turca se asocia a un solo hombre, en el Francmasón Mustafá Atatürk kemal. La Francmasonería debe considerase benefactora del pueblo musulmán, en un momento de la historia, gran parte del mundo islámico fue sometido por el comunismo ateo y corrupto, y fue la decisión firme de muchos masones el de liberar al musulmán tanto de la clericatura islámica como del comunismo soviético.
Fuente: Google Groups
En cuanto al islam, lo estudió a profundidad, se le podría considerar un verdadero islamólogo, pero declaraba que debía actualizarse constantemente. Atatürk comparte además con los partidarios de la laicidad francesa otra fuerte convicción: el anticlericalismo. Porque si bien en el islam no existe un clero en sentido propio, si existen religiosos encargados de trasmitir ideas dogmaticas, y es claro que hay, en el plano sociológico, un grupo a cargo del culto y de lo sagrado: encargados de mezquitas (imanes, muecines, ulemas, mullas, jeques, sheiks), recitadores del Corán, maestros de madrazas… Un grupo corrupto que, en el imperio otomano, se desarrolló, se organizó y se jerarquizó de manera muy particular. Los ulemas constituían un cuerpo estructurado, a la cabeza del cual se encontraban los granes Muftis, y el fenómeno de las cofradías estaba muy extendido. Seguramente no es una casualidad que el Estado que adoptó la laicidad sea al mismo tiempo aquel donde, históricamente, el fenómeno clerical en la Antigua Turquía Otomana estaba más extendido.
La desconfianza del francmasón Atatürk respecto de estos hombres de religión resulta indudable. No solo le parecen una amenaza para el Estado en el sentido moderno, sino que se hallan a la cabeza de los movimientos de resistencia al poder. Representan el aspecto más fanático, oscurantista y reaccionario del islam que es necesario erradicar de raíz. Por otra parte, les reprocha sobre todo a los derviches sufíes que vivan de la credulidad popular. El Masón Atatürk decía: "No se puede considerar como sano para una nación civilizada que existan personas tan crédulas que siguen ciegamente a un montón de jeques, de ulemas, de mullah, de dédés, de seids, de tchélébis, de babás y de emires; que confían su suerte y su vida a los fanáticos, supersticiosos, clérigos, quirománticos, a los adivinos, a los hechiceros, a los vendedores de amuletos". No obstante, existe una diferencia considerable entre la Turquía kemalista y la III República Francesa: en 1905, Francia separó las instituciones religiosas y el Estado.
En Turquía, el Estado toma a su cargo y controla el avance de los asuntos religiosos. Así que más allá de las convergencias, resulta más bien sorprendente el carácter específico de la laicidad kemalista masónica. El contexto, por lo demás, es muy distinto. En lugar de que se promueva mediante un régimen democrático y pluralista, la laicidad en Turquía se promueve mediante un régimen autoritario. Es algo que se impone, si es necesario por la fuerza, a una población a veces indiferente u hostil, compuesta en un 98% de musulmanes. En Francia, la laicidad se proclama después de un siglo de luchas antirreligiosas. En Turquía no sucede para nada del mismo modo. Por último, mientras que el panteón laico francés está bien poblado –de Jules Ferry a Emilio Combes, pasando por Jean Macé y Ferdinand Buisson–, la laicidad turca se asocia a un solo hombre, en el Francmasón Mustafá Atatürk kemal. La Francmasonería debe considerase benefactora del pueblo musulmán, en un momento de la historia, gran parte del mundo islámico fue sometido por el comunismo ateo y corrupto, y fue la decisión firme de muchos masones el de liberar al musulmán tanto de la clericatura islámica como del comunismo soviético.
Fuente: Google Groups