Última edición del Diario de CIEM

lunes, 4 de enero de 2010

Última edición del Diario de CIEM


La Masonería en el cine

Para estudiar la presencia de la Masonería en el cine, disponemos actualmente de diversas fuentes. Pero las verdaderamente imprescindibles son, sin duda, la página web de la Gran Logia de la Columbia Británica y el Yukon http://freemasonry.bcy.ca/fiction/cinema.html, que ofrece un apasionante recorrido por las referencias masónicas en el cine y la televisión, y el libro Franc-maçonnerie et le 7ème Art, cuyo autor, Harry Swerts, es miembro del Gran Oriente de Bélgica. Se trata de un ensayo serio, en el que se analizan detenidamente las múltiples y complejas conexiones entre el Arte Real y la producción cinematográfica.

Muchas alusiones a la Orden iniciática son evidentes, como en la película antimasónica “Forces occultes” (Paul Riche, 1943) o las cintas realizadas a partir de textos de escritores masones, como por ejemplo “El hombre que pudo reinar” (John Huston, 1975) basada en el relato de Rudyard Kipling. Algunas podrían resultar extrañas, como cuando Swerts apunta al film “El Zorro” en la versión interpretada por Douglas Fairbanks (que se inició en la R.L. Beverly Hills nº 528 de California) como un guiño a la leyenda del príncipe Zorobabel, y otras, algo más discretas, como el filme “El Álamo”, donde John Wayne (Maestro Masón de la R.L. Marion McDaniel nº 56, en Tucson, Arizona) interpreta a David Crockett, político y francmasón.

Cabe señalar el hecho de que los actores masones destacan en dos estilos preeminentes: el thriller de acción y las películas del Oeste, como en el caso de Ernest Borgnine (miembro de la R.L.Abingdon nº 48, de Virginia), Clark Gable (iniciado en la misma Logia que Fairbanks), Glenn Ford (miembro de la R.L. Palisades nº 637, de California) o el propio John Wayne. Aún queda por confirmar la afiliación masónica de Telly Savalas.

También hay una segunda categoría: el cine de humor. Actores como Bud Abbott, de la pareja cómica Abbott & Costello (perteneciente a la R.L. Daylight nº 525, de Michigan), Oliver Hardy, el rechoncho actor de “El gordo y el flaco” (iniciado en la Solomon Lodge nº 20 de Jacksonville, Florida), Cantinflas o Harold Lloyd (que se inició en R.L. Alexander Hamilton nº 535 de California) o Harpo Marx (afiliado a la Algonquin Round Table de Nueva York), un cómico que ha sido inspiración de otros cómicos. Al principio de “Una noche en Casablanca” (1946) hay una escena en la que Chico y Harpo se dan un apretón secreto –tan tonto como divertido y cómico- que afirmaría ser el origen del famoso sketch de los Monty Python “Cómo reconocer a un masón”. Conviene recordar, asimismo, las magistrales actuaciones de Richard Pryor (de la R.L. Henry Brown nº 22 de Peoria, Illinois) o Peter Sellers (Maestro en la R.L. Chelsea nº 3098, de Londres), que desempeñó el papel del inefable Inspector Clouseau en no menos de seis ocasiones.
En el cine, las insinuaciones al Arte Real van más allá de la mera adscripción de un actor a una Logia. En muchas películas se visualizan imágenes, gestos o diálogos que evocan la Francmasonería. Unos otorgan cuerpo al contexto histórico de una época, como la tenida fúnebre de “Como agua para chocolate”, mientras que otros retratan la vida cotidiana. La aparición de emblemas masónicos en los filmes va desde las casi inadvertidas hasta las que proponen el uso irreverente de los símbolos de la escuadra y el compás, los decorados del Taller o la representación del ritual masónico por parte de los protagonistas. Señala la página Internet antes mencionada que “las referencias abarcan desde las mordaces a las inocuas”, dejando al margen las que atribuyen a la Orden el patrocinio de un sinfín de conspiraciones.

Con casi noventa referencias cinematográficas de toda índole, extraídas de alrededor de dos mil películas, cabe diferenciar entre las escenas que muestran claramente los símbolos de la Masonería (como en “La búsqueda” -2004) interpretada por Nicolas Cage, película que agranda el falso mito de un tesoro “metálico” secreto custodiado por masones, con profusión de escuadras y compases en medallones, ladrillos, mapas, criptas y lápidas) a las películas que son, simplemente, coincidentes. Que el acceso a una sala privada en “Eyes Wide Shut” (Stanley Kubrik, 1999) requiera de una contraseña, no convierte automáticamente este lugar en sede de una sociedad iniciática; el ojo en un delta no es, necesariamente, un símbolo masónico. Pero sí lo son los símbolos que aparecen en el cartel de bienvenida al pueblecito de Canaima, ficticio escenario de “Arachnophobia” (1990), donde se detallan las actividades de la Logia local. Asimismo, llaman la atención el colgante del sheriff Tenney (John Behan), alguacil del condado de Cochise en la película de vaqueros “Tombstone” (1993), la insignia que luce en el ojal el actor Bob Guntond en el papel de banquero para el film “Dolores Claiborne” (1995), el anillo del dedo meñique de Burt Ramsey –papel encarnado por Ricky Jay– como narrador en la película “Magnolia” (1999), la camioneta camuflada donde se ocultan Will Smith y Martin Lawrence en “Bad Boys–II” (2003). El edificio del Rito Escocés frente al que circulan Colin Farrell y Jamie Foxxel, los inspectores de “Corrupción en Miami” (2006) o el botón en la americana del detective Toback (Ted Levine), superior de Denzel Washington y Russell Crowe en “American Gangster” (2007).

Caso aparte es la propaganda antimasónica reflejada en algunos filmes sobre la figura de Jack el Destripador, desde “Asesinato por decreto” (1979) hasta “Desde el infierno” (2001). Es preciso señalar que la pertenencia de un actor o un director de cine a la Obra, no convierte forzosamente
sus películas en vehículos del ideario masónico. Dos rápidas pinceladas dispares para terminar: el esfuerzo desplegado por Cecil B. DeMille (iniciado en la R.L. Prince of Orange nº 16, de Nueva York) por erradicar el racismo de los péplums (películas de romanos), donde se designaba al pueblo judío como asesino de Cristo. El radical cambio de tratamiento de la percepción antisemita en el film “Rey de reyes” se torna en su más destacada apología. Nada comparable al punto de vista moral, aunque sin duda repugnante, de un director técnicamente capital en la historia del cine, como D.W. Grifith (miembro de la R.L. St. Cecile nº 568, de Nueva York), que presenta en “El nacimiento de una nación” a los hombres de color como seres despiadados, auténticos “responsables” de la creación del Ku Klux Klan.

Artículo redactado por el H.·. A.·. L.·. R.L. Yod del Maresme (GLSE) Or.·. de Barcelona

Fuente: Noticias CIEM