Gran Maestro Logia chilena: "El día que desaparezca la masonería seré feliz"
"El día en que yo voy a estar más contento va a ser el día en que desaparezca la masonería", afirma el Gran Maestro de la Logia chilena, Juan José Oyarzún, el máximo valedor en Chile de este movimiento que intenta sacudirse de encima el velo de secretismo que lo ocultó durante años."Para que la masonería cierre sus logias y se vaya se requiere que todos los hombres del mundo sin distinción sean libres, iguales y hermanos", afirma Oyarzún durante una entrevista con Efe en su despacho."No somos ni una secta ni un partido, porque no entramos en religión ni en política", dice este hombre de carácter apacible, que define la masonería como "una institución esencialmente ética, fundamentalmente filosófica e intrínsecamente iniciática".
Después de cincuenta años de trayectoria masónica, Oyarzún accedió a la cúspide de la organización en 2006 con el propósito de llevar desde el secretismo hasta la "discreción" a esta institución, que ha tenido una influencia capital en la historia del país.A la masonería pertenecieron destacadas personalidades, entre ellas varios ex presidentes, como Salvador Allende (1970-1973), y también el padre de la actual mandataria Michelle Bachelet, el general Alberto Bachelet, muerto durante la dictadura militar (1973-1990).
En ese periodo, "las persecuciones fueron más bien políticas, pero la masonería en sí no fue perseguida", porque el propio Augusto Pinochet formó parte de la organización cuando era joven, aunque después "vio que no era para su manera de ser", recuerda Oyarzún.Azotadas por continuos hostigamientos, estas sociedades, surgidas en Inglaterra en 1723, permanecieron ocultas durante años."Todas las dictaduras odian a la masonería. El nazismo, el fascismo, el comunismo. Y hoy no existe en los países islámicos", cuenta Oyarzún, quien señala que "la libertad, la igualdad y la fraternidad" son sus valores esenciales.
En Chile, la masonería cuenta con una extensa red de 216 logias que se agrupan en la llamada Gran Logia."Hasta 1990 nos reuníamos en secreto para evitar filtraciones, pero después vimos que la sociedad ha cambiado y pudimos darnos el lujo de abrirnos un poco más, por eso ahora somos una sociedad discreta, no secreta", cuenta con una mueca de complicidad.Una fotografía apostada en la estantería, en la que Oyarzún aparece junto a una sonriente Bachelet, muestra que la relación con el actual Gobierno es "excelente", dice el gran maestro, de 70 años, que durante 40 trabajó en una empresa eléctrica del país.
Oyarzún ya se ha reunido con los tres principales candidatos a las elecciones presidenciales de diciembre, el derechista Sebastián Piñera, el oficialista Eduardo Frei y el independiente Marco Enríquez-Ominami.Ese mismo mes, él también optará a un segundo mandato en las elecciones internas, pero antes quiere culminar la reforma de la Constitución de la Gran Logia Masónica de Chile, institución que también cuenta con tribunales, símbolos y ritos propios.
"Somos un país aparte, un pueblo aparte, con un idioma propio (el idiolecto masónico con escritura tripuntuada), con una Constitución masónica propia, y especialmente con unos usos y costumbres que son bastante atípicos; por eso llamamos profanos a los que no son masones", explica.Actualmente, las mujeres cuentan con organizaciones masónicas femeninas, pero éstas no son reconocidas por las masculinas.
En éstas sólo pueden entrar hombres mayores de 18 años que tengan "una cultura mínima que permita estudiar y comprender el sistema de símbolos", explica Oyarzún, quien agrega otros dos requisitos: "primero, querer entrar, y segundo, ser aceptado".El Gran Maestro admite que su organización es "elitista", porque un candidato debe de tener un mínimo de conocimientos y además debe ser invitado por un socio en activo."Para ser masón, se quieren dos condiciones: haber ingresado y ser caballero, y cuesta", admite con sinceridad este hombre de mirada transparente.