Un niño llamado Simón Bolívar

sábado, 25 de julio de 2009

Un niño llamado Simón Bolívar


Por Jose Miguel Salas Mejias
Este artículo, se lo dedico a los jovenes Eduardo González Rojas y Elizabeth González Rojas, descendientes directos del Libertador y de su hermana María Antonia Bolívar; quienes viven en el municipio el Hatillo, estado Miranda. Un jueves de vigilia, en la noche del 24 de julio de 1783, nació Simón José Antonio de la Santisima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco en la mansión familiar de la plaza de San Jacinto, a cinco cuadras de la catedral, en la ciudad de Santiago de León de Caracas, que así se llamaba entonces y que alberga unos 40.000 habitantes. Su padre, don Juan Vicente Bolívar y Ponte era procurador general de Caracas, administrador de la Real Hacienda; corregidor de la Victoria y San Mateo y, ese mismo año, jefe con el grado de coronel del batallón de los Valles de Aragua de las milicias regladas y comandante de la compañía de volantes del río Yaracuy, lo que ejercía a través de un oficial nombrado por él, además, regidor del cabildo, cargos que los Bolívar desempeñaban a perpetuidad.Su madre, doña María de la Concepión Palacios y Blanco, era descendiente de Francisco Infante, uno de los que acompañaron a Diego de Losada en la fundación de Caracas, una agraciada mujer, educada y muy sociable, a la vez que diligente y hábil en el manejo de los bienes familiares. El Primer Simón Bolívar, llegado a Caracas en 1598 desde Santo Domingo quien vivía desde 1557 también fue procurador general y primer regidor perpetuo de Caracas, y más tarde contador general de la Real Hacienda. Su hijo, Simón Bolívar, el mozo, cuarto abuelo paterno del Libertador, obtuvo en 1593 la encomienda de los indios Quiriqueres en el Valle de San Mateo, ingenio azucarero y hacienda favorita de los Bolívar hasta los días de infancias del Libertador.

La familia Palacios, por su parte ostentaba el título consuetudinario de Alférez Real, confirmado una vez más en 1792 a don Feliciano Palacios y Sojo, abuelo materno del Libertador. Ellos eran dueños de las minas de cobre de Cocorote, del señorío de Aroa, de la hacienda de añil en el Valle de Suata, de los hatos de ganado del Totumo y el Limón en los llanos y de la propia casona donde nació Simón Bolívar. Al enviudar, doña doña María de la Concepción adquiere todavía más proiedades: una hacienda de cacao en Tacarigua, otra en Guacarapa y una finca en Chacao, donde inicia una plantación de café. A todo esto se le suma la cuadra de Bolívar, en la hoy plaza la concordía de Caracas, donde la familia Palacios y Blanco construye una quinta de recreo, frecuente sitio de reunión de la mejor sociedad caraqueña. A la copiosa fortuna familiar vino añadirse la herencia que directamennte y para su disfrute personal vino a recibir Simón cuando sólo contaba con dieciocho meses de vida, de parte de su tío presbítero Juan Félix Jerez Aristiguieta y Bolívar: su casa de la capital, situada en la esquina de las Gradillas, entre la catedral y el palacio del obispo, y las haciendas de San José en el Valle del Tuy, de la Concepción en el valle de Taguaza, y la de Sato Domingo de Guzmán en el Valle de Macayra en total, 95 mil árboles de cacao y los respectivos y numerosos esclavos. Este vínculo obligaba al heredero a bautizar a su primogénito con los nombres y apellidos de Juan Félix Bolívar Aristiguieta, sin contemplación del apellido materno, y a casarse "con persona noble e igual, a gusto de mis parientes y especialmente de sus padres y mayores". Cuando el joven Bolívar regresó a Caracas ante de seguir hacia la hacienda de San Mateo recién casado con María Teresa Rodríguez del Toro, sobrina del marqués del Toro, en 1802.Pertenecía el futuro Libertador a lo más granado de los mantuanos puros de Caracas, esto es, "a las familias cuyas mujeres tenían derecho a ir a la iglesia con el manto característico, del rango más alto de la sociedad". Los Bolívar tenían capilla propia en la catedral, la de la Santisíma Trinidad que vino a ser mausoleo de la familia. Además, su abuelo paterno don Juan de Bolívar Villegas, teniente general de los ejércitos españoles y fundador de la Villa de San Luis de Cura, había pagado al monasterio de Montserrat, de Madrid, la suma de veintidós mil ducados para adquirir un título de Castilla, que el rey había concedido a los monjes benedictinos que sería el marqués de San Luis, con el vizcondado previo o sea para el uso primogénito en vida del padre del Libertador don Juan Vicente Bolívar.

En 1792, su tío Esteban Palacios, padrino de confirmación de Simón, viaja a Madrid con el encargo de gestionar la titularidad real para Juan Vicente Bolívar hijo, hermano mayor del Libertador, y para el pequeño Simón, el de Conde de Casa Palacios; sin embargo, las gestiones se dilataron durante años y los despachos correspondientes nunca se recibieron. Del matrimonio de Juan Vicente con doña María Concepción nacieron: María Antonia, Juana Juan Vicente, Simón quien iba a llamarse Pedro José Antonio de la Santisima Trinidad, y una niña que desconoce la historia de Venezuela María del Carmen, quien murió al nacer. A pedro lo llevaron a bautizar el 30 de julio de 1783, apenas con seis días de nacido, en la capilla familiar de la Santísima Trinidad en la catedral de Caracas. El cura que lo bautizó fue su tío Juan Félix Jerez Aristiguieta, quien al ponerle el agua bendita sintió una profunda conmoción espiritual, un espíritu de luz enviado del Gran Arquitecto del Universo como llamán los masones a Dios para que reconociera la misión terrenal del niño. Y le cambió el nombre de Pedro y lo llamó Simón José Antonio de la Santísima Trinidad a los nombres de antepasados se sumó el de la Trinidad, por la advocación de su capilla en la catedral. ¡Designios de Dios!. Simón y su hermana María Antonia eran morenos y no como dice la falsa historia de Venezuela que eran blancos y sus otros dos hermanos Juana y Juan Vicente eran catires ojos azules. La partera del Libertador y vecina dña Inés Mancebo de Miyares, una cubana española, lo amamantó hasta que la negrita Hpólita diera a la luz a su niño, allá en la hacienda San Mateo; dado que doña María de la Concepción ya tenía la enfermedad de la tisis tuberculosa, que llevo luego a la muete al Libertador y no que lo envenenaron como dicen por ahí. Su niñez, fue de amor y música materna en su casa de San Jacinto y sus paseos en la casa de campo a orillas del río el Guaire, conocida como "la cuadra de Bolívar", pobre río Guaire el de hoy. Sabrá el presidente Chávez que nuestro Libertador se baño varias veces ahí y tanto que ha dicho que lo va a limpiar y nada de nada. Es por eso que el gobierno nacional que se dice ser bolivariano tome en cuenta a estos dos jovenes como es Eduardo y Elizabeth quienes viven ignorados por parte del gobierno nacional, hay esta la verdadera historia de un niño llamado Simón Bolívar.

En un segundo artículo le voy a relatar la adolescencia y la adultez de ese hombre llamado Simón Bolívar.