LA MASONERÍA ¿DUEÑA DE LA VERDAD?

lunes, 27 de julio de 2009

LA MASONERÍA ¿DUEÑA DE LA VERDAD?



La respuesta a esta interrogante es un tajante e irrefutable NO. Pues nadie puede abrogarse ese derecho y nuestra Augusta Orden no ha pretendido, ni pretende, ni pretenderá nunca sueños dogmáticos. Muy por el contrario, siempre ha luchado, lucha y luchará contra éstos. En la Orden consideramos que los Dogmas le han hecho mucho daño al hombre pues estos lo mantienen atado a las cadenas de la Ignorancia y el Fanatismo siendo que opuestamente la Orden busca y fortalece a los hombres libres. Esos hombres que no estén esclavizados por los prejuicios que nublan su entendimiento y limitan su conocimiento del mundo que le rodea.

La masonería expresa ideas y conceptos que son perfectamente debatibles, esperando, que ese debate se plantee con pensamientos producto de una elaboración racional que permita buscar consensos entre los miembros de una sociedad en la que cada uno de sus integrantes tiene perfecto derecho a pensar y actuar como bien le parezca, siempre y cuando ese pensar y actuar no afecten negativamente el bien común, ya que como afirmaba el Querido Hermano José Martí "tu derecho termina donde comienza el de los demás". No se puede discutir y/o argumentar en un debate de ideas con personas que ponen de manifiesto una fuerte carga emocional y dogmática pues éstas nublan su entendimiento, no permitiéndole en consecuencia entender que si bien su argumentación puede tener validez, la nuestra también. Las personas que se creen dueñas de la verdad, no aceptaran jamás el derecho inalienable del hombre a pensar distinto. En la masonería buscamos los puntos de confluencia entre esas distintas formas de pensar para construir una obra que beneficie y perdure en el hombre. Por ello en ella tienen cabida las distintas creencias filosóficas, políticas y religiosas, sin preponderancia de ninguna sobre la otra.

"Fácil es vencer, lo realmente difícil es convencer" dice un viejo adagio. Amigos, amigas, no nos dejemos llevar sólo por nuestras emociones a la hora de confrontar a instituciones sólidamente estructuradas y firmemente arraigadas en la vida del hombre contemporáneo. Instituciones que en sus principios denotan una perfección tal, que bien manejadas se pueden complementar para construir un mundo mejor. Instituciones que, recordémoslo bien, están formadas por hombres que en definitiva son quienes las fortalecen o las destruyen con sus actuaciones. Con realizaciones que están siendo evaluadas críticamente por los miembros de esa sociedad a la que pertenecen y de la que pretenden convertirse en ejemplo.

Artículo publicado en la columna semanal de la Resp:. Log:. "Sol de Guayana" N° 218, en el Diario "El Expreso" de Ciudad Bolívar (Venezuela)